Extensiones territoriales

De Marrakesh a Kansas City. Nueve siglos de extension. Novecientos años de acercamientos culturales. 1062-1967.






MARRAKESH (I)


Marrakech, vete de prisa, eres espacio de intercambio pero no olvides... deja tu huella!



Marrakech es tierra de DIOS -en árabe; capital de imperios -del Magreb y Al-Andaluz; geografía espacial entre montes -donde purgaron condena semidioses y océano -camino de conquistas que desenfundó un nuevo mundo- de fortaleza cultural y tolerancia -clave y punto de partida para extensiones territoriales.
Los hilos de la Cultura

Entre las tierras occidentales del imperio musulmán y su centro de poder se interpone una extensión de arena tan impresionante que el ser humano necesitó proveerse de muchas armas para enfrentarlo y domesticarlo. Al final del camino llegabas a Marrakech. Punto estratégico en el comercio trans-sahariano.
De las profundidades del árido Sahara y sus alrededores septentrionales emergieron los Bereberes y su Kahina. Se expandieron entre caminos de sabidurias antiguas y visiones diferentes de adoración, adversas en relación a sus conquistadores árabes. San Agustín había salido de allí y el imperio bizantino ejercía cierto poder. Se islamizaba todo su territorio hasta cruzar el profundo mediterráneo, expandirse y expandir, fundar y refundarse... traer, dejar y llevar hilos.
Entre cadenas humanas y camellos se transportaban mercancías que viajaban miles de kilometros en busca del mejor postor, cargadas de cultura y sabiduría.
Difícil -allá por los primeros siglos del segundo milenio de nuestra era- encontrar un espacio tan bendecido por la geografía y la historia como esa ciudad. El comercio fue tan favorable que rápidamente se convirtió en sitio estratégico de poder. Tanto, que de alli partió la dinastía almohade para fundar Al-Andaluz y añadirlo al Magreb.
Hasta tierras de Valencia llegó el papel desde la china, atravesando el imperio de este a oeste en tres siglos y tres califatos.
Las conquistas en asia central del Islam tuvieron en la batalla de Talas una de sus más afortunadas recompensas, el secreto del papel. El islam fue arrollador con éste aporte oriental de mediados del siglo VIII. Penetró en todas las extensiones de los territorios conquistados y en tiempo record, se extendieron a casi todo el mundo conocido.
Los incipientes estados europeos modernos se sintieron acorralados y batallaron durante siglos para contenerlos. Fue un imperio poderoso. La tolerancia, la expansión del conocimiento y el comercio fueron las principales armas de su expansión cultural.

Allí, en Marrakech, la capital del cuasi califato de Al-Andaluz, fue eregida La Koutoubia (1)-del árabe Kutub, libro en castellano- edificio que fue, es y será el más alto de la ciudad por ordenanza imperial. Es igualmente el patrimonio oral que la humanidad ha querido conservar -en los albores del siglo XXI- a través de la existencia de los socos -libreros y calígrafos que rodean y basifican tan centenaria tradición.
En 1062 fue construída la primera mezquita y su minarete, casi un siglo después -1158- la segunda. Convivieron durante algunos años hasta que solo quedó en pie la que apuntaba directamente a La Meca. La rebelde inexistente aún muestra sus cimientos al lado de la vecina.
La hermosa Koutoubia y sus socos, que casi rodean al edificio y dominan profesiones y oficios ancestrales, hacían que se expandiera el conocimiento y el comercio. De ahí su nombre.
Su figura se alza para dominar toda una extensión entre montañas en que está enclavada la ciudad y desde sus seis pisos de altura y en una balaustrada almenada, otear el horizonte y refrescar las pupilas. Para coronar, tres esferas de metal. Entre historia y leyenda, Yaqub Al-mansur, el califa, entregó las joyas de una de sus mujeres -había roto el ayuno del Ramadán- para fundirlas en oro. Hoy son de bronce.
A imagen y semejanza fueron levantadas las torres Hassan (2) de Rabat en Marruecos y la Giralda de Sevilla (3).


Hasta el siglo XV no se hizo la luz en Europa. Los aportes del renacimiento y la reconquista de la península a finales de siglo, se unieron al descubrimiento de un nuevo mundo que afianzó el poderío imperial español con el desmesurado aporte de las riquezas del conquistado.














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